lunes, 27 de mayo de 2013

Todos tuvimos nuestros Beatles

Dicen que eres un fenómeno de masas, los periódicos hablan de tu éxito y anuncias champú en todos los canales de televisión. Me cuentan que también concedes entrevistas en la Rolling Stone, paseas por alfombras rojas y duermes en hoteles caros.
 
Todo el mundo te admira  y compra  tu disco en el Fnac los sábados a la mañana, pero nadie sabe que tu postre preferido es el tiramisú, que odias andar en calcetines y que te encanta ducharte y volver a la cama por las mañanas.
A veces, me acuerdo de cuándo nos queríamos y vivíamos juntos, de tus primeros conciertos y los recortes de cartulinas que utilizábamos como atrezzo. Que será de tus dos primeras guitarras y de la colección de vinilos de Bob Dylan que teníamos frente al sofá.
Me gustaba cómo eras por tu sencillez, la cotidianidad de las letras y el ritmo de tus canciones. Odiabas tanto como yo las frases lapidarias y los dogmas de domingo.
Vivíamos al ras del suelo y conseguíamos llegar a fin de mes sin saberlo hasta el día veintiocho. Hablábamos con la gente del barrio y soñábamos con viajar a Tokio. En definitiva, compartíamos la vida con mucho riesgo y sin ninguna altura.
Ahora que ya no me quieres, llevas gafas de sol, paseas por las ciudades de puntillas y dices crecer en los escenarios como la mala hierba.
Pienso en cuánto y como una persona puede cambiar con respecto  a sus circunstancias, trato de comprender, pero ni siquiera soy capaz de imaginarte en la sala vip de los aeropuertos.
Me pregunto cuántos años te quedan de papel o si cambiaste para siempre y se te olvidó contármelo; si acabarás drogándote en los baños del backstage, si formarás una familia o quizá las dos cosas. También dudo entre si me echarás de menos o no te acuerdas de mi nombre.
Previsiblemente el destino será quien algún día nos ponga frente a frente, en la barra de algún bar o en la puerta del supermercado. Sé que me reconocerás a través de tus grandes gafas de sol, y yo en ese instante ya estaré a un año luz de ti. Impasible ante tu presencia, siguiendo las estaciones del año, como los días que no saben a nada.
 

1 comentario:

  1. Definitivamente amiga Sara, cuanta verdad hay en un tu post :)

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